Recuerdo una ocasión en la que mientras conducía
tranquilamente con mi hermano camino a cenar a casa, cuando observe por el
retrovisor que un coche de policía nos seguía. Intuí y le dije a mi
hermano que se dispondría probablemente a pedirme que detuviese el
vehículo y le dije que guardara la calma. Los sistemas de detención de la
policía californiana son muy hostiles y si uno no hace caso exacto a lo
que le dicen uno puede sufrir un disparo, especialmente si uno viene de
México, o es hispanic. Para USA los "hispanics" somos todos los habitantes
de los pueblos que hablan español, en América y Europa. Recuerdo que en el
censo era imposible decir que eras europeo si provenías de España aunque
fueses de tez blanca. Para ellos había white, blacks e hispanic, entre los
principales grupos, y luego las otras minorías no tan significativas. Las
luces azules del vehículo se encendieron en la obscuridad de la noche a
las luces del P.C.Highway y procedí a arrimar el coche a la derecha.
Apareció otro coche y ahora veía todo un arcoiris de luces azules, rojas y
blancas que procedían de todas partes. Como hispanic, sabía que corríamos
peligro de abuso policial, incluso en Newport Beach. Le dije a mi hermano
que guardase la calma y que hiciese todo lo que le pedían, que me
observase mientras me daban las instrucciones. Se podían oír los sonidos
que hacen las armas al ser cargadas las recamaras de las semiautomáticas y
los gritos de la policía diciendo:
- "Don’t move and put your hands where we can
see them!" gritaban desde unos metros atrás dos coches patrulla
- "Put your hands on the steering wheel and make
no suden movements!" el estrés era tremendo, entre las luces, los
gritos y el estruendo del motor del helicóptero que nos apuntaba con su
luz. Recuerdo haber dicho a mi hermano que no entrase en pánico y que
permaneciese tranquilo e hiciese lo que nos pedían. La siguiente
instrucción a gritos violentos fue:
- "Very slowly open the door...!"
mientras me decía esto quité mi mano izquierda del volante y me dispuse
a alcanzar la manija cuando oí otro grito lleno de alarma.
- "Put your hands on the steering wheel, your
hands on the steering wheel...!" gritaba con violencia y gran
temor el agente con la voz entrecortada y rectificaba.
- "Your left hand out of the window and open the
door through the outside hande!" saqué mi mano lentamente por la
ventanilla y accioné la manivela exterior que abría la puerta mientras
gritaban "don´t move your head, don’t look back!" recuerdo tenía mucho
miedo y temía por lo que pudiera suceder a mi hermano y a mí. Abrí la
puerta y con la mano izquierda en alto empujé la puerta hacia afuera.
- "Now, slowly come out of the car WITH YOUR
HANDS UP and DON’T LOOK AT US!, DON’T LOOK BACK!" salí del coche
y el ruido del helicóptero ya no estaba.
- "Your hands in the back of your head, now...!"
gritaba el agente
- "WALK BACK VERY SLOWLY TOWARDS US AND DON’T
TURN ARROUND!" y anduve hacia atrás. Era como un mal sueño, como
una película en la que no te imaginas que llegaras a estar nunca.
- "ON YOUR KNEES. KEEP YOUR HANDS ON THE BACK OF
YOUR HEAD!" oí al agente gritar y me dispuse a arrodillarme. Al
instante el agente estaba poniendo una espose en mi mano izquierda y
moviendo mi mano izquierda a mi espalda mientras me instaba a no mover
la otra mano que tenía en la nuca. Posteriormente me ordenó que moviese
lentamente la otra mano hacia la espalda con mucho cuidado y me la
esposo. Metió sus manos en mis bolsas y me sacó la cartera y me cacheo.
Me levantó cogido por las manos que ahora tenía esposado en la espalda y
me encerró en la parte trasera de uno de los vehículos.
Después de esto, pude ver como los dos agentes,
apuntando con sus pistolas a mi hermano detrás de la puerta de sus
respectivos coches y con una linterna a la altura de sus armas gritaban a
mi hermano para que hiciese lo mismo. Yo tuve temor por la vida de Poncho,
pues no hablaba bien inglés y un error le podía costar un disparo. No
exagero, pues a los hispanos en varias ocasiones la policía los había
apaleado según solíamos ver en las noticias. Gracias a Dios no sucedió
nada.
Estabamos los dos encerrados y esposados en los
vehículos. Los agentes estaban en el vehículo registrando todo. No habían
tratado como a delincuentes peligrosos privándonos de nuestra libertad. A
la media hora o así, la agente se acercó al coche a buscar un librito
negro, que sería el código de violaciones. Les vi hablando entre ellos y
posteriormente abrieron las puertas del vehículo y nos dijeron que
podíamos salir. Nos quitaron las esposas. Comenté a los agentes, una vez
en libertad que habían cometido un gran error y pedí a ambos sus tarjetas.
Solo uno de ellos, el novato agente Scott Breslin, me dio la suya por lo
que me dispuse a apuntar el número de placa de la teniente. Ella se
llamaba Vlacilek.
Al día siguiente pedí consejo a un abogado, el cual me
dijo que el Condado de Orange, La ciudad de Newport Beach y el
Departamento de Policía de Newport, no iban a aceptar una demanda por
violación de mis derechos civiles: ser privado de mi libertad
arbitrariamente, y que sería mejor demandase por el temor que estos me
habían infligido. Yo procedía a hacer una demanda por mi cuenta, siguiendo
el procedimiento burocrático correspondiente, hasta que finalmente tuve la
negativa de estas tres instituciones a mi demanda, con lo cual les pude
llevar a corte. El procedimiento me costó 28 dólares. Mi demanda fue
simbólica, pues intuía la iba a perder. Demandé por violación del articulo
9 del Acta Constitutiva de la Declaración de los Derechos Humanos firmada
en 1948 por la Declaración de las Naciones Unidas, donde sé se decía que
ningún ser humano podrá ser privado arbitrariamente de su libertad, ni
tampoco arrestado. La demanda era por mil dólares. Los abogados le
costarían al Departamento de Policía mucho más, pues cobraban unos 300
dlls por hora. Se los ponía fácil, pues quería que reconociesen su error.
El juicio se celebró el 17 de Octubre del 90 en la Corte Municipal del
Condado de Orange y fue presidida por el famoso Juez John Watson, a los
dos meses de iniciar el procedimiento. Acceder a mi petición implicaba que
ellos habrían cometido un error.
Recuerdo que el 18 de Agosto, el congresista Cristopher
Cox celebraba un Open House, que era una invitación de estos a un café en
sus oficinas y a hablar amistosamente de diversos temas de actualidad con
la comunidad. Esta actividad era nueva pues la habían instaurado 2 años
atrás. Para mí fue la oportunidad perfecta de ir a pedir ayuda a alguien
que me representaba y a quien pagaba parte de su salario con mis
impuestos. Era un representante del pueblo. Yo no era aun ciudadano
americano, pues el tramite de los mexicanos para convertirse en americanos
es de 15 años o así, y no de 5 años como al resto de los inmigrantes. Como
no ciudadano americano no tenía derechos plenos, pero sí como ciudadano
del mundo y las Naciones Unidas estaban en U.S.A.. Yo estaba seguro que
los congresistas americanos avalarían las declaraciones de la misma, pues
albergaban a esta institución en su nación. Cuando llegue a sus oficinas,
vi en la parte posterior de su despacho Las Tablas de la Ley en Hebreo
colgadas sobre la pared, sentí incluso más confianza, pues pense que sería
un hombre con temor de Dios y esto me animó. Fueron también las Naciones
Unidas las que en 1948 concedieron a Israel ser un estado independiente en
el Jordán por vocación e impulso de los Estados Unidos de América.
Estabamos ahí unas 30 personas con el congresista. Había una representante
de la comunidad hispana, agricultores con los que hablaba Cris (como le
gustaba le llamasen) y era un ambiente muy cordial. Yo había preparado un
escrito, donde dirigiéndome a él, según el protocolo, comenzaba diciendo,
Honorable Congressman Cristopher Cox. Recuerdo haber buscado en libros la
forma correcta de comenzar a hablar a un Representante del Pueblo.
Lentamente me empecé a acercar a él. Estaba aun aturdido por el asalto
policial y con miedo. Estaba nervioso pues iba a leer una petición de
ayuda delante de alguien con mucho poder. Estaba a un metro de él, pero la
representante de los hispanos me interrumpía y no me dejaba comenzar.
Finalmente en el tercer o cuarto intento pude terminar la frase.
"Honorable Congrassman Cristopher Cox", cuando dije estas palabras sé
suscitó un breve silencio, pues mi acento hispano, y la forma en la que me
dirigí a él rompió un poco con la atmósfera de casualidad no protocolaria
que inundaba en esos momentos la atmósfera. Recuerdo que a Sharon
Granados, (mi counselor del Manthal Health Center), y a otras muchas
gentes, les había comentado entusiasmadamente unos días antes que iba a
asistir al open house del congresista, pues tenía una de las invitaciones
que este había repartido a toda la comunidad para visitarle. El poder de
convocatoria del Congresista no era muy grande, pues después de haber
repartido este buzoneo por todo el condado, solo éramos unos treinta ahí
reunidos. Volví a repetir mis palabras, mientras observaba las preciosas
Tablas de Moisés colgadas a espaldas de este hombre tan carismático:
"Honorable Congresista Cristopher Cox, estoy aquí delante de usted porque
vengo a pedir su ayuda" dije en inglés. El silencio se hizo aun mayor en
el pequeño despacho donde estabamos encaramados unas treinta personas.
"Hay mucha violencia ahí fuera en las calles" dije con voz temerosa y con
un nudo en la garganta que no dejaba expresar sino un poco de la
indignación que me inundaba. Oí detrás de mí como un hombre mayor
secundaba diciendo, "Yeah, that’s so!" (¡Eso es verdad!)". Proseguí
leyendo el escrito: "El pasado día 30 de Julio mientras conducía
tranquilamente mi coche con mi hermano por el Pacific Coast Highway, fui
detenido y amenazado con pistolas, fui humillado, atado de manos y
aprisionado en la parte posterior de un vehículo. Este acto tan hostil fue
perpetuado por..." El Congresista me interrumpía, y completaba mi frase
con el rostro perplejo y con algo deprisa y nerviosismo en sus palabras
que decía en voz baja como si lo supiese de antemano "... por el
departamento de Policía de Newport Beach". Había a su lado un hombre joven
vestido de civil con aspecto de policía y con medio cuerpo apoyado sobre
unas estanterías, con los brazos cruzados mirándome como si le diese mucho
asco mi presencia, mientras el Congresista continuaba hablando y diciendo
que no me preocupase pues me iba a ayudar. Hizo un gesto llamando a una de
sus ayudantes con la mano mientras me pedía que saliese afuera con su
secretaria para anotar este asunto y darle solución. Rápidamente llegó
ésta chica joven y me pidió que la acompañase. Yo estaba sorprendido por
la velocidad de respuesta de este hombre y por los conocimientos que tenía
de lo que me había acontecido. Realmente, me dije a mí mismo, sabe todo lo
que acontece entre sus electores y en las calles. Estaba atónito y sin
palabras mientras él me indicaba la salida con su secretaria y me detuve,
estreche su mano y le dije: "Muchas gracias por su ayuda Congresista, Dios
le bendiga". Salí y di a la chica la hoja escrita a mano y me marche. Baje
de las oficinas y salí del edificio. Observe a un coche patrulla
merodeando por los alrededores y tuve miedo. Monté en mi moto y marché. No
sabía que pensar de lo ocurrido.
Al día siguiente, como era mi costumbre, cogí el
periódico y leí. Entre los anuncios comentaban algo sobre el Open House de
Cristopher Cox. En el artículo decía que en el Open House que había
recibido el Congresista había llegado un grupo de homosexuales a
manifestarse en sus oficinas exigiendo sus derechos, pero no ponía nada
más. Yo me sorprendí un poco, pues yo había estado ahí, pero no había
visto a ningún grupo de homosexuales manifestándose ni en las oficinas ni
en las inmediaciones. Hoy entiendo que esa fue la forma "política" en la
que el congresista decidió lidiar con el acontecimiento ahí suscitado por
mi visita. Realmente, y después del veredicto del Juez, comprendí que sus
palabras fueron mentira y que no me había ayudado. La defensa alegó que mi
coche había sido reportado robado por tío Víctor. No me molesté en alegar
nada, pues ha pesar de que era inconcebible que otra persona, aparte del
dueño de un vehículo, pudiese reportar un vehículo no de su propiedad como
robado, hubiese tenido que iniciar otra serie de demandas para las cuales
no estaba dispuesto. Me di cuenta que el Congresista simplemente se había
librado del encuentro de la forma más fácil que había podido. Quizás
habría alegado que yo era un homosexual y que a la policía no le gustasen
los homosexuales y que por eso me acosaron.
Mi objetivo había quedado resuelto: Hacer ruido para
que la próxima vez que se metieran conmigo pensasen en las molestias que
les daría. La indignación es un fuerte motor.
Lea los documentos que
dan evidencia de este evento
Estaba trabajando por la noche. Tenía el turno de 11 a
7 de la mañana en el 7-eleven. No había clases en el College y no me tenía
que preocupar. A pesar de mi GPA (Grade Point Average) que era suficiente
para obtener ayuda del estado, había cometido un error al llenar el
formulario según mi counselor, que me impedía acceder a este. Leía el
periódico como todos los días, creo era el Register si mal no recuerdo, y
encontré una noticia que me llamó la atención muchisimo. Hablaban de una
conjunción de estrellas que se iba a llevar a cabo el 19-6-91 (si mal no
recuerdo). Empecé a seguir con atención las publicaciones subsiguientes y
fui a comprar una revista especializada. Tenía algo así como un
presentimiento, que poco a poco se empezó a convertir en una gran
obsesión. Se lo comente a mis hermanos, y a Saúl un amigo. Sin saber como
mirar las estrellas, empecé poco a poco según la revista especializada a
observar el cielo en la dirección apropiada, la altitud y el azimuth
designados a la hora prevista. Finalmente lo localicé. Día tras día
observaba como los planetas entraban en conjunción. Me parece que eran
Venus, Mercurio y Júpiter (o Marte). Lentamente se les podía ver, día tras
día, como se iban acercando el uno al otro. La expectación era cada vez
más creciente hasta que recordé aquel sueño. Este sueño le había tenido 10
o 15 años atrás y le relaté al principio de estas líneas. En el sueño veía
como por una lente de aumento los planetas tan grandes o mayores que la
Luna, y uno a lado de otro. El día de la conjunción de planetas, mi
hermano me invitó a su casa, les dirigí la mirada para que los viesen. Yo
pronuncié las palabras mágicas que decía en el sueño esperando que
saliesen esos dos haces de luz resplandecientes. Dije: "Bendito el que
viene en el nombre del Señor", mi hermano y su mujer salieron corriendo
como espantados. ¡Era una abeja lo que les asustó!, una abeja que hizo un
vuelo estacionario a un par de centímetros de mi nariz por unos instantes.
Los rayos de luz no salieron como en el sueño, pero algo sí sucedió.
Entré a livingroom, me senté y les dije una revelación
que había tenido: "Así como el verbo se hizo carne, en la misma forma la
carne de Cristo se hace pan y la Sangre vino en la Eucaristía". Era como
una especie de ecuación que en mi cabeza, era como decir lo siguiente: si
2 más 2 son 4, y 1 más 1 son 2, entonces 1 más 1 más 1 más 1 más 1 son 4.
Era una ecuación lógica total, sin lugar a duda alguna. La fe había
entrado en mi mente, alma, corazón y espíritu como un haz de luz que había
alumbrado todo mi entendimiento. No había duda alguna. Cristo Jesús era
Dios, El verbo de Dios era Cristo, Dios es Cristo y en la tierra su Carne
y su Sangre en la Eucaristía son el Pan y el Vino. La fe entro de golpe,
instantáneamente. A veces pienso que el Señor tuvo que destruir todo lo
que se había edificado mal para volverlo a hacer. Fue como una
resurrección de mi cerebro. Tuve que morir a la fe, para volver a nacer a
la fe. Esperanza, hay toda. Nada es imposible para Dios. Reorganizar todas
las neuronas y el conocimiento y establecer una cimentación firma sobre la
roca, que es Cristo, lo puede hacer en un abrir y cerrar de ojos. Este,
quizás, es el milagro más grande que he presenciado en mi vida, ver como
El Señor se manifestó por medio del don de la fe en mi vida. Sé que hay
cosas más valiosas que la fe y que el amor es el don más preciado que hay,
pero la fe es como el hálito que nos da la vida.
Para mi este fue un hecho sobrenatural, que sin
embargo, podría considerarse como un fruto de la situación estresante que
vivía en esos momentos, como un mecanismo de escape que me proporcionaba
yo a mi mismo. Para mí, fue algo sobrenatural, y así lo quiero seguir
viendo.
No tarde mucho en tomar la decisión de viajar a España.
En California vivía, además de con mucho estrés por estudiar y trabajar
simultáneamente, también por el acoso policial.
Recuerdo también en el 91, cuando la primera guerra del
Golfo Pérsico, que mi animadversión por los Estados Unidos había crecido
grandemente. Conocía a muchos mexicanos, los que repartían los periódicos
por las mañanas y otros, que me contaban los abusos a los que eran
sometidos y también los frentes de oposición que formaban para organizarse
y tener poder democrático. Este poder democrático era difícil de obtener,
pues la identidad del pueblo hispano en América, no era la optime al estar
estos divididos entre sí mismos a causa de las cuestiones religiosas. Las
sectas se ocuparían, a través de las iglesias de Otoniel Ríos y muchas
más, que tenían presencia televisiva en California, de dividir a unos y a
otros. La mejor forma de dividir a una nación como México era destruir su
historia e identidad, cambiándoles sus orígenes apartándolos de la
Hispanidad y de La Iglesia Católica. La demonización de la Iglesia y del
Reino de España, con la que las sectas infiltraban las mentes de los
adeptos persiguiendo un movimiento político proconolizador por parte de
América del Norte, era palpable en Estados Unidos. Eramos todos víctimas
políticas del sistema democrático, no solo a través de la televisión como
un gran medio de comunicación social, sino también por medio de la
difusión de las sectas, cuyo fin político es evitar la popularización de
las Doctrinas Sociales de la Iglesia, tan temidas por ser acusadas de
comunistas.
En veces me pregunto si realmente no es que vivamos
todos bajo grandes engaños orquestados, no por políticos ni pensadores,
sino por fuerzas superiores de maldad fuera de los planos terrestres,
cuyos objetivos principales son el quitar la fe del mundo. Cuan aguda fue
la Palabra al decir: "Cuándo venga el Hijo de Hombre ¿Hallará fe en el
mundo?". No creo que exista ningún ser humano que se haya propuesto quitar
la fe del mundo usando el mismo procedimiento que se usa con los niños al
abrirles los ojos y decirles que Papa Noel no existe. Quizás sí los hay, y
en verdad son estos anticristo. Por lo que queda del resto de nosotros,
desde los reyes y gobernantes, hasta los pobres y trabajadores, seremos
todos víctimas de ellos si no sabemos que esta es la batalla más crucial
en nuestra existencia: Guardar la fe.
Hasta cierto punto todos somos manipulables y
manipulados. Unos porque temen al comunismo y lo ven encarnado en la
Iglesia Católica, otros más ingenuos, porque creen que no existen los
milagros y que a los sacerdotes no les ha sido dado el poder de Dios para
perdonar los pecados. Todos podemos ser conducidos a la incredulidad y a
demonizar lo santo, pero lo importante es ver cuales son aquellas cosas
que nos apartan de la fe, y de creer en Dios y en todo su reino.
En verdad tenía razón Jesús al decir que debemos
hacernos como niños para entrar en el reino de los cielos creyendo a la
fe, pero ¿Quién tutelará nuestra fe y nos guardará de creer la sana
doctrina, sobretodo cuando en las grandes naciones se ha instituido la
no-enseñanza religiosa, que es historia y fe, de las instituciones de
enseñanza?" Iremos todos como corderos al matadero, siendo víctimas de
toda clase de tendencias y vientos doctrinales, ideas políticas y
filosofías, cuyo último fin será después de manipular nuestra conducta (o
votos en el sistema democrático) para finalmente dejarnos sin fe sin
ilusiones, como a aquel niño al que le acaban de decir que Papá Noel no
existe. La fe es un don, y no todos la tienen, pero si no se cultiva por
medio de los sacramentos, se puede perder. La fe también viene por el oír
la palabra de Dios, pero si se oye con una mala interpretación y entre
engaños, ¿quien nos podrá liberar?
Después del 19 de Junio de 1991, cuando recibí la
revelación, y fue confirmado de forma sobrenatural la eucaristía, decidí
partir a España. Vendí todo lo que tenía, que no era mucho pues apenas me
dio para el boleto del avión, y 500 dlls. Deje todos mis compromisos
atrás, incluyendo los créditos. Salí huyendo de USA, pues una fuerza mayor
casi mi voluntad me arrastraba obsesivamente. Mi padre se opuso a mi
venida, pero yo ignoré sus reflexiones. Tenía que regresar a la fe que
había recibido, al estado en que me encontré cuando había hecho la primera
comunión, y mi padre tendría que ser el instructor. No sé si realmente me
entendía en mi afán, y si sé que varias veces dudó de mis intenciones, al
grado que me hizo incluso dudar a mí de mis intenciones. Una sola cosa sí
que estaba clara, y esa era que en la misma forma en que el Verbo se había
hecho Carne, la Carne y la Sangre de Cristo se convertían en pan y vino
para nosotros en la eucaristía. Podía no tener nada más y de hecho no
tenía nada más que esto, pero esto era lo más importante. Esto era el Dios
encarnado y habitando entre nosotros.
Antes de comulgar por primera vez, sabía que tenia que
recibir el perdón de mis pecados pues así lo había aprendido de pequeño y
eso lo recordaba pues lo había hecho muchas veces. No me acordaba bien de
cómo debía uno confesarse, y eso era imprescindible. Sabía que había que
confesar los pecados y arrepentirse, pero nada más. Tenía miedo de
acercarme a la confesión, pues había muchos pecados y había sido enemigo
de la iglesia. No sabia lo que me dirían los sacerdotes y si me dejarían
volver tan fácilmente, habiendo sido un pastor protestante y habiendo
predicado contra la Iglesia y muchas cuestiones de la fe y sobre todo
habiendo inducido a varias decenas de personas al error. Mi alma estaba
cargada por haber pecado también contra mi padre. Tenía encima un paquete
de gran peso. Recuerdo que me confesé varias veces, pero todo no salía,
pues de muchas cosas me había olvidado. Mi padre me decía que tuviese
paciencia y que me confesase y comulgase, que después ya iría saliendo
todo. Me acuerdo que me confesé y comulgue en San Jerónimo el Real por
primera vez pues desde hace 10 o 12 años que no comulgaba. Recuerdo
también que los sacerdotes no se alarmaban por lo que les decía y que no
me echaban del templo ni nada, ese era mi temor. Era demasiado fácil, no
podía ser así de fácil, pero lo era. Recuerdo el día que realmente me
confesé de mis pecados con gran arrepentimiento y entre llantos. Fue en la
Parroquia de la Doce Apóstoles, donde finalmente derramé mi alma y lloré
mucho. El sacerdote era un hombre joven y no había más que una monjita en
la iglesia. El sacerdote me pidió de penitencia un rosario, el cual recé,
y delante de mí mientras rezaba también oía a la monjita haciéndolo. Ese
día realmente sentí como el perdón de Dios inundo mi corazón y me lleno de
paz. De esa paz que hacía tanto tiempo que no sentía y la cual había
incluso olvidado. Ahora si, ya sentí que podía recibir apropiadamente el
cuerpo de Cristo.
Recuerdo que las primeras veces fue algo muy especial,
y ese halo cubría toda la ceremonia. La misa, en su solemnidad, se había
convertido en mi corazón y desde la vista de mi alma en un evento
carismático sin precedentes en mi corta existencia. Se me empezó a abrir
el entendimiento, y empecé a ver e n cada parte de la liturgia a todos
esos elementos que había leído en la escritura. Todo estaba ahí y era
completo. Se confirmaba delante de mí la predicación de la gracia según el
rito de expiación mosaico, el cual anunciaba el Sacrificio del Cordero de
Dios, y que a su vez eran las palabras de San Pablo cuando hablaba de la
salvación por la gracia. Era todo el evangelio completo. Poco a poco se
fueron desvelando cada una de los misterios del evangelio en el ritual de
la misa.
Recuerdo como, un día, mientras consagraba el
sacerdote, entendí quien era María en el altar, era el Cáliz como
depositaria de la más alta gracia de Dios, Cristo. Recuerdo que
posteriormente entendí el lugar de María en la Trinidad, pues también
había perdido la fe en estas cosas en las sectas. María era la Esposa del
Espíritu Santo, Madre de Dios Hijo, y si esposa del Espíritu Santo, una en
Él. Lo que había leído en la Biblia cobraba un sentido diferente y muy
especial. La esposa de Cristo, que es la Iglesia, según el Apocalipsis,
sería una en Él, y esto lo sabía de antes, pero a su vez esto me ayudó a
entender como María ya era una en Él por su desposorio con el altísimo.
Ella nos había precedido, y en la familia de Dios ella era nuestra madre,
Esposa del Espíritu que es ella. Los evangélicos predicaban que nosotros
ascenderíamos a los cielos en día que fuésemos transformados, en un abrir
cerrar de ojos, como dice San Pablo, y ascenderíamos a los cielos. Era
obvio pensar que María había ascendido ya a los cielos en carne, pues si
ese destino estaba preparado a nosotros, como no lo iba estar preparado
para ella. Con mucha más razón, pues a diferencia nuestra ella era esposa
del Espíritu, y nosotros lo seríamos de Cristo en Las Bodas del Cordero.
Pues en cuestiones como estas, y muchas otras que había leído en la
escritura, todo cobraba un nuevo significado en la misa, que era el lugar
de mayor difusión del evangelio.
Entendí las palabras del Profeta Daniel, donde hablaba
del continuo sacrificio. Entre las sectas se decía que no se podía hacer
otro sacrificio, pues el sacrificio ya estaba hecho, y ese fue el de
Cristo en la cruz. Pero mis ojos se abrieron y vi el continuo sacrificio
de Cristo en la Cruz por nuestros pecados, el cual es hoy día una realidad
presente. La eucaristía es una evocación de ese continuo sacrificio de
Cristo, que a través de sus mártires, y de los enfermos y pobres en todo
el mundo está presente entre nosotros. Él esta en ese dolor, en un
presente continuo, en un sacrificio que fue antes y es después, cuyo
centro es la Crucifixión, más que sin embargo se extiende como una ofrenda
perpetua de amor. Los primeros años de mi reencuentro el ir a misa suponía
cada di una nueva revelación de lo antes había leído, pero no había
entendido. Fueron muchas las cosas que encajaron en mi cabeza y el centro
de todas ellas era la eucaristía.
Ahora puedo decir que soy feliz, a pesar de las
vicisitudes de la vida cotidiana, pues mi vida se ha completado. Lo único
que queda es seguir también confiando en Dios y no desesperar, pues Dios
proveedor o Javéh Jiré esta también en la eucaristía, dándonos el pan de
cada día. Espero que estas palabras puedan ser de utilidad par aquellos
que han sido captados por las sectas, o que están en ese proceso. Espero
que sirvan como una voz de alarma, y que los que aman a Dios guarden su fe
y no se dejen llevar por todo viento de doctrinas como me sucedió a mí.
Hoy tenemos el Catecismo, que es una fuente de luz inmensa, la cual tiene
la capacidad de alumbrarnos y de instruirnos en la sana doctrina de la fe.
Sé que estas líneas, en si no tienen ningún poder para dar fe, pues la fe
es una gratuidad sobrenatural dada de lo alto, pero también dice que la fe
viene por el oír la palabra. En este caso es el testimonio de alguien que
fue captado por las sectas, y que salió vencedor. No por sus méritos ni
por sus esfuerzos, sino por el gran amor que Dios ha derramado por todos
nosotros.
¿Qué nos separará del amor de Dios...?
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